Ante la vulnerabilidad del mundo, es necesario el cuidado y la solidaridad: Francesc Torralba

Contraportada // Redacción

A saber de Francesc Torralba Roselló, filósofo, teólogo, miembro de la Real Academia Europea de Doctores y consultor del Consejo Pontificio de la Cultura de la Santa Sede, la pandemia de COVID-19 ha dejado en claro la profunda vulnerabilidad del ser humano: es capaz de ser herido por algo tan diminuto como un virus. Ante esta condición tan frágil, ofrece un antídoto: el cuidado de los unos hacia los otros, basados en el sentido de la atención, la solidaridad y el cultivo de las posibilidades.

El pensador expuso estas ideas durante la charla “La vulnerabilidad del mundo. Descifrar la crisis global”, con la que aperturó la 42° Cátedra de Arte Sacro, realizada hoy y mañana en la Universidad de Monterrey. El tema general de dicho encuentro es “Reavivando el espíritu, restaurando el espacio”.

“(La pandemia) ha sido como una cura de humildad”, señaló Torralba Roselló. “El ser humano es un ser frágil, que se quiebra. Un ser que puede caer, y de hecho cae, no solo en el sentido físico -tropezamos, caemos- sino en el sentido moral también: nos equivocamos, erramos. Por eso necesitamos procesos de regeneración, de reconciliación, de restauración”.

Entonces, ¿qué valor es imperativo cultivar cuando alguien se percata de la vulnerabilidad? La respuesta es el cuidado o la cultura de la cura, argumentó el español: “el cuidado requiere atención, requiere disponibilidad. Y cuidado requiere olvidarse de uno mismo y estar dispuesto a ofrecerse al otro”, dijo, “cuidar de alguien es, en primer lugar, romper la indiferencia: me importa cómo estás, me importa lo que te pasa, me importa lo que sientes”. También aseveró que la velocidad del mundo actual en repetidas ocasiones dificulta semejante atención.

Agregó que el cuidado es, aparte, el desarrollo de las posibilidades que abonen al llamado o al grito de ayuda del prójimo: “tenemos un sinfín de posibilidades. De hecho, yo creo que en eso consiste el cuidado: responder a estas necesidades, pero desarrollar sus posibilidades. Y esa posibilidad cuidada puede adquirir una madurez que luego se convierte en un talento que dé mucho fruto a la sociedad”.

Durante la inauguración del evento, Florencia Infante de Garza, filántropa y presidenta-fundadora de la Cátedra de Arte Sacro, resaltó los beneficios que brinda dicho ejercicio: “no cabe duda que, cada año que nos reunimos en este evento, (tenemos) un enriquecimiento personal y general de toda la comunidad regiomontana, (de todos quienes) han tenido la oportunidad de escuchar la proyección extraordinaria que tiene el arte, ese arte que evangeliza, que crea una bondad muy particular”.

Al evento también asistieron Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey; Mario Páez González, rector de la UDEM, y Carlos García González, vicerrector de Educación Superior de esta casa de estudios. Cabrera López subrayó que “el arte tiene, para sobrevivir, que restaurar, porque el tiempo también cobra facturas”, señaló, “y para nosotros, para ustedes, y para mí el ser humano es la obra artística más importante que Dios ha creado”.

Constituida en 1998 por iniciativa de Infante de Garza, la Cátedra de Arte Sacro brinda un foro en donde, además de promover el arte sacro, se sensibiliza y educa a los sacerdotes, seminaristas y público en general para cuidar y conservar el patrimonio nacional y local del arte religioso. La UDEM resultó elegida sede para ello.

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